Lo único que quiero hacer es vivir.Al LectorNecedad, error, pecado y tacañería ocupan
nuestras almas, nuestros cuerpos alteran,
y complacientes nutrimos los remordimientos
como los mendigos sus piojos.
Tercos son los pecadores y cobarde el arrepentimiento;
con creces exigimos se nos paguen las confesiones,
y al cieno alegres regresamos creyendo borrar
con viles llantos todas nuestras culpas.
[...]
En nuestras mentes se agita un pueblo de demonios,
apiñado e hirviente como un millón de helmintos,
y cuando respiramos fluye en los pulmones
la Muerte, río invisible, con sus apagadas quejas.
Si el estupro, el veneno, el puñal y el incendio
aún no bordaron sus atractivos diseños
en triste cañamazo de nuestra mala suerte,
es que sólo tenemos, ¡ay!, almas no atrevidas.
Hay chacales y panteras, linces y monos, hay escorpiones y buitres, y también serpientes, son monstruos que gruñen, aúllan y reptan en la infame leonera de nuestros vicios, ¡pero uno sobresale por feo, perverso e inmundo! Aunque no chille mucho y tampoco gesticule, seguro que a gusto haría de la tierra un caos y que al mundo se tragaría con sólo bostezar; ¡es el Tedio!, tiene en los ojos lágrimas falsas, y fuma la pipa mientras con patíbulos sueña. Lector, ya conoces a tan delicado monstruo, -lector hipócrita-¡tú, mi prójimo, mi hermano! ¡Si es que me encanta! [Baudelaire, cómo no.]